[ 14 enero, 2020 por administrador 0 Comentarios ]

Danza infantil coreada (Danza de los marineros)

Dentro de la programación de actos tradicionales que conforma el núcleo de funciones organizadas durante las fiestas lustrales de la Bajada de la Virgen, las danzas infantiles coreadas constituyen uno de los números más entrañables y genuinos de cuantos se celebran durante la llamada Semana Chica. La ingenuidad de su texto, su melodía pegadiza, su indumentaria y atrezzo, marcados por la presencia de los arcos florales que portan sus intérpretes, y el protagonismo de los niños en la representación cifran la notable afición que las mismas han despertado a lo largo del tiempo.

La presencia de estas danzas infantiles, que constan de una coreografía coral y una parte literaria cantada y/o recitada, se documenta por primera vez en Santa Cruz de La Palma durante la festividad del Corpus Christi, pudiendo citarse, entre otros ejemplares conservados, el Baile «El Salvaje», para la fiesta sacramental de 1726, el Baile de «Señora Inés», destinado a la edición de 1745, el Baile de las Bandoleras, para la de 1751, o el Baile de las «Viruelas», para 1760.

 

En la Bajada de la Virgen, la evidencia de danzas infantiles se relaciona íntimamente con la puesta en escena del Carro Alegórico. Así, en la cita lustral de 1765, acompañaban al carro 12 niños, colocados a ambos lados, «de dies a doze años, vestidos de blanco todos, a imitazión de la Nieve, cuios ropages se compusieron de belillos y lamas de plata de clarines, con sus cintos primorosos y tocados de lo mismo muy adornados de prendas. Estos hacían los doze atributos de la Virgen, los quales se repartió el que iva en el Carro, poniendo sobre la cabeza de ellos, a uno una palma, a otro un ciprés dorado, como se siguen los atributos». Los mismos respondían a coro una estrofa cantada a cada una de las intervenciones, también poéticas, del personaje principal del carro, la Fama.

 

Con el tiempo, poco a poco, estas danzas fueron componiéndose ex profeso dentro de las fiestas como número independiente del Carro, integrándose en el programa de actos tradicionales. La temática de la danza era distinta en cada ocasión, repitiéndose a veces también textos y partituras de obras ya estrenadas. Tal ocurre con la Danza de las Mariposas, escrita para la edición lustral de 1895, con letra del poeta satírico y periodista Domingo Carmona Pérez (1854-1906) y música del médico aridanense, científico y compositor Elías Santos Abreu (1856-1937), publicada ese mismo año por la imprenta «La Lealtad», que ha contado con sucesivas exposiciones.

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